sábado, 13 de diciembre de 2008

MIQUEL BAUÇA



"D'una banda, sembla que seria millor de saber si un dentista posa bé o no els queixals. No deixar-ho a mans de l'eventualitat. D'altra banda, però, hi ha l'esponerós atractiu de l'atzar: tesi que no cal confirmar. Això em duu a pensar que sempre m'he esmerçat massa volent preveure, cobejant garanties. Per tant, m'haig d'instruir així: si a les sis no tinc dona, sempre podré pelar-me-la. Una instrucció clara, tonificant. També una altra: si no hi ha el Turó de la Fosca, hi haurà el Turó dels Solcs. Cada vegada més, les coses es simplifiquen: si no hi ha allò, hi haurà allò altre, igualment plaent i que produeixi la pessigolla justa a la gorja innervada. I aquesta pessigolla és l'eix del món, com deia aquell savi frare. "

Escritor en lengua catalana nacido en Felanitx (Mallorca). A pesar de que muchas informaciones hablan de 1940 como fecha de su nacimiento, el documento policial que certificó su muerte testifica que fue 1934. Estudió Filología en la Universitat de Barcelona, residiendo en esta ciudad el resto de su vida. Ganó con su primera obra poética, Una bella historia (1961) el Premi Joan Salvat-Papasseit. A ésta siguieron, El noble joc (1972), reunión de poemas epigramáticos escritos en octosílabos, Poemes (1973), Notes i comentaris (Premi Vicent Andrés Estellés, 1975), Cants jubilosos (1978), Les Mirsines: colònia de vacances (1983) y El crepuscle encén estels (1992). Con su primera novela, Carrer Marsala, ganó el Premi Ciutat de Barcelona en 1985. Otros títulos como narrador son L'estuari (Premi Sant Joan y Crítica Serra d'Or, 1990), L'escarcellera (1992), El Canvi (1998), una obra-diccionario de aforismos, ensayos, prosa y pequeños relatos sobre la condición humana; Els estats de connivència (2001), Els somnis (2003) y Rudiments de saviesa (2005), ésta última publicada póstumamente. Escritor fatalista y con una visión pesimista de la vida, con un halo de misterio que le convirtió casi en un mito (se le solía llamar el Salinger mallorquín), su marcada voluntad de aislarse del mundo le llevaron sin remisión a un callejón sin salida, en el que la única puerta sería su lenguaje poético, su discurso oscilante y circular abierto a todos los desórdenes psicológicos, elevándose sobre la vulgaridad del entorno y sumergiéndonos en el misterio.


Miquel Bauçà murió en su casa de Barcelona y su cuerpo fue encontrado un més más tarde por los vecinos al percatarse del olor...A veces no hace falta irse lejos para encontrar personajes fascinantes, tendemos a apartar lo nuestro por cercano y conocible por lo universal y reputado, cuando nos damos cuenta que aqui al lado, inspirado por los mismos paisajes, por la misma gente que vemos por la calle, tenemos a alguien que desde lo local y desde una lengua minoritaria y bellisima se pone a la altura de los más grandes.

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